Después del cierre del local comercial, el lugar se transformó netamente en un taller de alfombras. El lugar sigue siendo conocido en la comuna como LaTienda, pero de tienda ya no le queda nada, y anónimamente los trabajadores van seis días a la semana a tejer con máquina o pistola de airea presión, a clavar los tejidos, ponerles un paño, y luego echarles apresto. De ahí se secan, y luego vienen las terminaciones: se trasquilan y se tijeretean. Se enrollan y se despachan hasta el piso que les tocará cubrir, proteger y adornar por años.
Diez trabajadores se encargan de todo el proceso, dos peruanos, un mexicano y siete chilenos conviven escuchando la radio corazón mientras hacen alfombras diseñadas, a pedido.
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